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Un joven camina junto a una chica a
través de un campo de flores, la
primavera ha llegado, y aquella chica lo es todo para él, entonces ora. Un niño
trepa un árbol para observar el atardecer en los campos, el verano se acaba y
la cosecha lo es todo para su aldea, entonces ora. Un cazador persigue a un
jabalí a través del bosque, el invierno se acerca y ese jabalí lo es todo para
su familia, entonces ora. ¿Pero a quien le oran? Cada vez que preguntes
recibirás una respuesta distinta pero camina por suficiente tiempo, trepa lo
suficientemente alto, caza por suficiente tiempo y al final encontraras solo
una respuesta, un dios… con muchos rostros. En la fe
de los Siete él es el Desconocido que guía a los hombres a la siguiente vida,
pocos buscan su favor, o al menos, pocos se dan cuenta de que lo hacen. En el
norte de Poniente él es uno de los antiguos dioses sin nombre observándolo todo
desde los arcianos y la nieve. En las Islas del Hierro él es el Dios Ahogado
Que llama a los hombres a sus Estancias Acuosas. ”Lo que está muerto no puede
morir sino que se alza de nuevo, más duro y más fuerte.” En el lejano Este es el León de la noche,
quien junto a la Doncella de Luz, engendro al primer emperador del mundo, y
cuya ira casi le pone fin al mundo. En Volantis es el Señor de la luz, cuyos
seguidores le entregan hombres a las llamas para pedir su favor. En Lys él es
la Dama Doliente quien comparte sus lágrimas con aquellos que están por morir.
En Qohor él es la Cabra Negra, y cada día lo alimentan con la sangre de bestias,
en los días sagrados le ofrecen criminales condenados, y en tiempos de gran
crisis hasta le ofrecen a los hijos de los nobles de la ciudad para pedir su
protección. ¿Que si acepta sus ofrendas? Bueno… la ciudad aún se mantiene en
pie. Para el pobre él es el Peregrino Encapuchado. Para los soldados él es
Bakkalon el Niño Pálido. Para los marinos él es la Doncella Clara de Luna y el
Rey Pescadilla. Sin embargo en
la Casa de Blanco y Negro, él es todos ellos y ninguno. Él es el Dios de Muchos
Rostros y a donde sea que miren los hombres, ahí se encuentra. Los hombres
llegan desde todos los rincones del mundo para conocerlo, para pedir su favor y
buscar su regalo, para ellos mismos si su vida se ha vuelto muy pesada, o para
otros por hacerla de ese modo, para el Dios de Muchos Rostros no hay
diferencia. Valar Doharis, todos los hombres deben servirle, mendigos y reyes.
Valar Morghulis, todos los hombres deben morir, buenos y malos. Los hombres
pueden adorar a quien quieran, pero al final de cada camino se encuentra el
Dios de muchos Rostros… …esperando.